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Mega post: Si no me funciona, ¿cuándo paro?
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Hay una pregunta que es imprescindible responder y que puede mantener bloqueada mucho tiempo. Me la hacía hace poco una suscriptora:
Aida, no sé distinguir entre la constancia y cuando algo no funciona.
¿Cómo sabes si tienes que perseverar y no rendirte, como se suele decir, o si ha llegado el momento de parar? Te lo cuento hoy…
>> Escucha el audio aquí –> Mega post: Si no me funciona, ¿cuándo paro?
La distinción entre cuándo es momento de parar porque algo no está funcionando y cuándo es necesario seguir siendo constante puede ser difícil de identificar.
Ya he escrito varios posts sobre el tema (y este, este y este), pero hoy quiero añadir algo más.
Bastante más, en realidad.
Algo interesante que quizá no sepas es que, como normal general, solemos parar cuando ya es un poco tarde y hemos aguantado más de lo que queríamos.
Es decir, que es raro que abandonemos antes de tiempo, por si te preocupa y estás pensando ahora mismo «a ver si lo dejo y justo estaba a punto de funcionar«.
Suele suceder lo contrario.
Tardamos más de lo necesario, muchas veces debido al famoso sesgo del coste hundido. Cuanto más inviertes en algo (tiempo, dinero, ilusión, energía, etc) más te cuesta dejarlo.
Y sigues inviertiendo y cada vez te cuesta más, conviertiendose en un círculo vicioso.
No sé quien decía que es como cuando te pasas tu parada de tranvía o autobús, cuanto más te alejes más te costará volver.
Entonces, ¿qué puedes tener en cuenta?
1. Marcarte límites.
Lo recomendable es hacerlo incluso antes de empezar tu proyecto, porque no se puede seguir indefinidamente en un limbo; pero si ya estás en marcha, pregúntate esto:
¿Qué necesitas que pase para darte cuenta de que se acabó?
Es una pregunta que puede ser dolorosa responder, date tiempo y se honesta contigo misma.
- ¿Hasta dónde quieres o puedes llegar?
- ¿Cuáles son tus limites?
Esto es muy personal, no te dejes llevar por los de otras personas. Necesito que esto pase un máximo de x veces, necesito esto o aquello.
No hace falta que lo hagas para todo pero sí en esas situaciones en las que no tienes claro si seguir insistiendo o ya no.
Son límites que te pones a ti misma, hasta qué punto estás dispuesta a esperar, que no ponga en peligro tu felicidad, salud mental, recursos, etc. Es importante que lo consideres.
¿Qué tendría que pasar para que no dudes más?
2. Fíjate en el proceso, no sólo en el resultado.
¿Estás viendo alguna mejora, por pequeña que sea? Si ves que hay avances quizá puedas seguir un poco más pero si no hay ningún progreso, a pesar de haber intentado diferentes estrategias durante un tiempo considerable, tal vez sea momento de reconsiderar tus opciones.
3. ¿Te sientes agotada o estancada emocionalmente?
Si seguir adelante te está drenando en lugar de motivarte, podrías necesitar un cambio de dirección. Eso sí, ten en cuenta si proviene de ese tema o si estás cansada o estresada por otras razones, pero no dejes de lado la parte emocional, es muy importante también. Hablaré de ello más adelante.
4. Repasa tu objetivo.
A veces lo que no funciona no es el esfuerzo que estás haciendo, sino el objetivo en sí. ¿Sigues queriendo lo mismo? Si lo que estás buscando ya no resuena contigo, parar puede ser la mejor opción.
Si por el contrario, el objetivo sigue siendo importante para ti, quizá el problema esté en la estrategia que usas para alcanzarlo.
5. Habla con personas en quien confíes para obtener una perspectiva externa.
Cuando estás demasiado inmersa en una situación, es fácil dejar de ver con objetividad y claridad si es momento de seguir o de hacer un cambio.
Una perspectiva externa de alguien experto en quien confíes puede abrirte nuevas opciones.
Eso sí, elige MUY bien con quien hablas.
6. Identifica patrones de autosabotaje.
¿Abandonar es una tendencia en tu vida? Si tiendes a abandonar proyectos cuando las cosas se complican, tal vez te estés autosaboteando.
Puede que tengas miedo al fracaso o la creencia de que no estás a la altura. Si es así, quizá necesites trabajar en tu constancia y resistencia.
Y al contrario… La otra cara de la moneda.
Si tiendes a ser tan constante y «responsable» que lo sigues intentando todo porque tú no te rindes y siempre consigues lo que quieres, quizá te cueste saber cuándo es momento de parar.
Si te empeñas en un camino sin salida puedes acabar agotada y frustrada. En ese caso, ser flexible, detenerte y evaluar conscientemente tu progreso y resultados pueden ayudarte a decidir si necesitas ajustar tu rumbo o replantear tu estrategia.
7. Proponte un plazo realista.
– Define un tiempo para evaluar de nuevo. Si no estás segura, puedes darte un plazo definido (ej. 3 meses más) en el que te comprometas a seguir y probar diferentes enfoques. Al final de ese plazo vuelve a evaluar cómo te sientes y si ha habido progreso.
– Usa la técnica de «pre-mortem»de Annie Duke. Imagina que dentro de un año miras hacia atrás y te das cuenta de que todo ha fallado. Luego, pregúntate qué salió mal.
Identificar las razones por las que podría fallar te ayudará a ver si hay problemas que puedes corregir o si la situación realmente no tiene salida.
– Prueba el método de los «Tres Hitos». Establece tres hitos específicos que te gustaría alcanzar en el proyecto en cuestión. Si no puedes alcanzar al menos uno de esos hitos en un tiempo razonable, considera que puede ser momento de evaluar otras opciones.
– La «Prueba de 30 Días». Comprométete a hacer un esfuerzo adicional durante 30 días. Si después de ese tiempo aún no ves resultados o sientes que no es lo que deseas, puedes considerar detenerte.
Y algo interesante, si ves que no consigues los hitos que te habías marcado o que pasa el tiempo y sigues sin tener sin resultados y tú sigues aferrada como una lapa… Es hora de preguntarte qué pasa, a qué te estás aferrando.
8. «Adivina» el futuro.
– Cierra los ojos e imagina cómo sería tu vida si decidieses seguir adelante y cómo sería si decidieses parar. Visualiza no solo los resultados, sino también el proceso diario. A veces, imaginar el camino en lugar de solo el resultado puede darte más claridad sobre qué opción te llenaría más.
– Aplica la regla del 10/10/10. Pregúntate cómo te sentirías dentro de 10 días, 10 meses y 10 años. Eso te ayudará a valorar las consecuencias a corto, medio y largo plazo. ¿Con qué opción te ves más satisfecha?
9. Asegúrate de estar haciendo pausas adecuadas.
Puede que simplemente estés agotada o desmotivada. Date un tiempo, haz una pausa para recuperar la energía y ver las cosas con más claridad. A menudo una perspectiva renovada ayuda a ver soluciones donde antes no las veías.
10. Prueba cambiar solo un factor clave.
Antes de decidir parar por completo, experimenta con cambiar una variable en lugar de abandonar. Por ejemplo, si estás trabajando en un proyecto pero te sientes estancada, cambia la estrategia, el horario o el enfoque. A veces pequeños ajustes pueden ser la solución que buscabas.
11. Considera hacer una lista de pros y contras emocionales.
Haz dos listas: una con los beneficios emocionales que sentirías al seguir siendo constante y otra con los costos emocionales.
A veces nos enfocamos demasiado en los resultados tangibles y olvidamos cómo nos afectan emocionalmente las decisiones. ¿Cómo te sentirás mejor, más realizada, si lo sigues intentando o si paras ya y cambias?
Por último, al menos por ahora ; )
Si decides parar o cambiar de rumbo, no lo veas como un fracaso.
Muchas veces, parar es una decisión sabia y valiente.
El autoconocimiento es clave, y aprender a escuchar tus verdaderas necesidades también es un signo de éxito. Tenemos que tener más compasión y cariño por nosotras mismas y dejar de fustigarnos por cualquier cambio de dirección.
Ser constante es importante, pero ser inflexible puede llevarte a seguir un camino que realmente no te aporta nada. La constancia debe ir acompañada de adaptabilidad y capacidad de aprender de lo que no funciona.
¿Por cuál vas a empezar? Cuéntamelo en los comentarios, me encantará saberlo.
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Hay una pregunta que es imprescindible responder y que puede mantener bloqueada mucho tiempo. Me la hacía hace poco una suscriptora:
Aida, no sé distinguir entre la constancia y cuando algo no funciona.
¿Cómo sabes si tienes que perseverar y no rendirte, como se suele decir, o si ha llegado el momento de parar? Te lo cuento hoy…
>> Escucha el audio aquí –> Mega post: Si no me funciona, ¿cuándo paro?
La distinción entre cuándo es momento de parar porque algo no está funcionando y cuándo es necesario seguir siendo constante puede ser difícil de identificar.
Ya he escrito varios posts sobre el tema (y este, este y este), pero hoy quiero añadir algo más.
Bastante más, en realidad.
Algo interesante que quizá no sepas es que, como normal general, solemos parar cuando ya es un poco tarde y hemos aguantado más de lo que queríamos.
Es decir, que es raro que abandonemos antes de tiempo, por si te preocupa y estás pensando ahora mismo «a ver si lo dejo y justo estaba a punto de funcionar«.
Suele suceder lo contrario.
Tardamos más de lo necesario, muchas veces debido al famoso sesgo del coste hundido. Cuanto más inviertes en algo (tiempo, dinero, ilusión, energía, etc) más te cuesta dejarlo.
Y sigues inviertiendo y cada vez te cuesta más, conviertiendose en un círculo vicioso.
No sé quien decía que es como cuando te pasas tu parada de tranvía o autobús, cuanto más te alejes más te costará volver.
Entonces, ¿qué puedes tener en cuenta?
1. Marcarte límites.
Lo recomendable es hacerlo incluso antes de empezar tu proyecto, porque no se puede seguir indefinidamente en un limbo; pero si ya estás en marcha, pregúntate esto:
¿Qué necesitas que pase para darte cuenta de que se acabó?
Es una pregunta que puede ser dolorosa responder, date tiempo y se honesta contigo misma.
- ¿Hasta dónde quieres o puedes llegar?
- ¿Cuáles son tus limites?
Esto es muy personal, no te dejes llevar por los de otras personas. Necesito que esto pase un máximo de x veces, necesito esto o aquello.
No hace falta que lo hagas para todo pero sí en esas situaciones en las que no tienes claro si seguir insistiendo o ya no.
Son límites que te pones a ti misma, hasta qué punto estás dispuesta a esperar, que no ponga en peligro tu felicidad, salud mental, recursos, etc. Es importante que lo consideres.
¿Qué tendría que pasar para que no dudes más?
2. Fíjate en el proceso, no sólo en el resultado.
¿Estás viendo alguna mejora, por pequeña que sea? Si ves que hay avances quizá puedas seguir un poco más pero si no hay ningún progreso, a pesar de haber intentado diferentes estrategias durante un tiempo considerable, tal vez sea momento de reconsiderar tus opciones.
3. ¿Te sientes agotada o estancada emocionalmente?
Si seguir adelante te está drenando en lugar de motivarte, podrías necesitar un cambio de dirección. Eso sí, ten en cuenta si proviene de ese tema o si estás cansada o estresada por otras razones, pero no dejes de lado la parte emocional, es muy importante también. Hablaré de ello más adelante.
4. Repasa tu objetivo.
A veces lo que no funciona no es el esfuerzo que estás haciendo, sino el objetivo en sí. ¿Sigues queriendo lo mismo? Si lo que estás buscando ya no resuena contigo, parar puede ser la mejor opción.
Si por el contrario, el objetivo sigue siendo importante para ti, quizá el problema esté en la estrategia que usas para alcanzarlo.
5. Habla con personas en quien confíes para obtener una perspectiva externa.
Cuando estás demasiado inmersa en una situación, es fácil dejar de ver con objetividad y claridad si es momento de seguir o de hacer un cambio.
Una perspectiva externa de alguien experto en quien confíes puede abrirte nuevas opciones.
Eso sí, elige MUY bien con quien hablas.
6. Identifica patrones de autosabotaje.
¿Abandonar es una tendencia en tu vida? Si tiendes a abandonar proyectos cuando las cosas se complican, tal vez te estés autosaboteando.
Puede que tengas miedo al fracaso o la creencia de que no estás a la altura. Si es así, quizá necesites trabajar en tu constancia y resistencia.
Y al contrario… La otra cara de la moneda.
Si tiendes a ser tan constante y «responsable» que lo sigues intentando todo porque tú no te rindes y siempre consigues lo que quieres, quizá te cueste saber cuándo es momento de parar.
Si te empeñas en un camino sin salida puedes acabar agotada y frustrada. En ese caso, ser flexible, detenerte y evaluar conscientemente tu progreso y resultados pueden ayudarte a decidir si necesitas ajustar tu rumbo o replantear tu estrategia.
7. Proponte un plazo realista.
– Define un tiempo para evaluar de nuevo. Si no estás segura, puedes darte un plazo definido (ej. 3 meses más) en el que te comprometas a seguir y probar diferentes enfoques. Al final de ese plazo vuelve a evaluar cómo te sientes y si ha habido progreso.
– Usa la técnica de «pre-mortem»de Annie Duke. Imagina que dentro de un año miras hacia atrás y te das cuenta de que todo ha fallado. Luego, pregúntate qué salió mal.
Identificar las razones por las que podría fallar te ayudará a ver si hay problemas que puedes corregir o si la situación realmente no tiene salida.
– Prueba el método de los «Tres Hitos». Establece tres hitos específicos que te gustaría alcanzar en el proyecto en cuestión. Si no puedes alcanzar al menos uno de esos hitos en un tiempo razonable, considera que puede ser momento de evaluar otras opciones.
– La «Prueba de 30 Días». Comprométete a hacer un esfuerzo adicional durante 30 días. Si después de ese tiempo aún no ves resultados o sientes que no es lo que deseas, puedes considerar detenerte.
Y algo interesante, si ves que no consigues los hitos que te habías marcado o que pasa el tiempo y sigues sin tener sin resultados y tú sigues aferrada como una lapa… Es hora de preguntarte qué pasa, a qué te estás aferrando.
8. «Adivina» el futuro.
– Cierra los ojos e imagina cómo sería tu vida si decidieses seguir adelante y cómo sería si decidieses parar. Visualiza no solo los resultados, sino también el proceso diario. A veces, imaginar el camino en lugar de solo el resultado puede darte más claridad sobre qué opción te llenaría más.
– Aplica la regla del 10/10/10. Pregúntate cómo te sentirías dentro de 10 días, 10 meses y 10 años. Eso te ayudará a valorar las consecuencias a corto, medio y largo plazo. ¿Con qué opción te ves más satisfecha?
9. Asegúrate de estar haciendo pausas adecuadas.
Puede que simplemente estés agotada o desmotivada. Date un tiempo, haz una pausa para recuperar la energía y ver las cosas con más claridad. A menudo una perspectiva renovada ayuda a ver soluciones donde antes no las veías.
10. Prueba cambiar solo un factor clave.
Antes de decidir parar por completo, experimenta con cambiar una variable en lugar de abandonar. Por ejemplo, si estás trabajando en un proyecto pero te sientes estancada, cambia la estrategia, el horario o el enfoque. A veces pequeños ajustes pueden ser la solución que buscabas.
11. Considera hacer una lista de pros y contras emocionales.
Haz dos listas: una con los beneficios emocionales que sentirías al seguir siendo constante y otra con los costos emocionales.
A veces nos enfocamos demasiado en los resultados tangibles y olvidamos cómo nos afectan emocionalmente las decisiones. ¿Cómo te sentirás mejor, más realizada, si lo sigues intentando o si paras ya y cambias?
Por último, al menos por ahora ; )
Si decides parar o cambiar de rumbo, no lo veas como un fracaso.
Muchas veces, parar es una decisión sabia y valiente.
El autoconocimiento es clave, y aprender a escuchar tus verdaderas necesidades también es un signo de éxito. Tenemos que tener más compasión y cariño por nosotras mismas y dejar de fustigarnos por cualquier cambio de dirección.
Ser constante es importante, pero ser inflexible puede llevarte a seguir un camino que realmente no te aporta nada. La constancia debe ir acompañada de adaptabilidad y capacidad de aprender de lo que no funciona.
¿Por cuál vas a empezar? Cuéntamelo en los comentarios, me encantará saberlo.
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