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Genocidio en Ruanda: 'Hay acusaciones gravísimas contra Francia'
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Se cumplen 30 años desde que inició el genocidio en Ruanda, en abril de 1994. Más de 800.000 personas de la etnia tutsi y opositores al gobierno fueron masacrados en pocos meses por pedido de las altas esferas del gobierno y del ejército ruandés, apoyados por milicianos y civiles de la etnia hutu. RFI entrevistó a Silvia Perazzo, especialista de África contemporánea y autora de Colonización y descolonización en Ruanda.
RFI: Tras el exterminio se constituyó un Tribunal Penal Internacional para Ruanda. 30 años después, ¿qué logró la justicia internacional?
Silvia Perazzo: Lo que queda ahora del tribunal internacional para Ruanda es un mecanismo residual encargado de encontrar a los responsables que aún no han sido juzgados.
Este fue el primer intento de la comunidad internacional de juzgar crímenes de lesa humanidad que no se hubieran juzgado en el territorio ruandés. En ese sentido es pionero de lo que va a ser la la Corte Penal internacional que, cuando sucedió el genocidio, todavía no existía. Hubo perseguidos que no eran tan responsables y muchos responsables que se liberaron.
Si ves la lista de los que fueron juzgados, que son más de 80, y los que finalmente fueron condenados, fue poco. Quienes lo ejecutaron y lo planificaron eran gente muy joven. En este momento tienen entre 60 y 65 años y ya están casi todos libres. Solo tienes un condenado que ahora está cumpliendo prisión. Es Hassan Ngeze, director del periódico Kangura (que sirvió para propagar el odio hacia los tutsis).
RFI: Este tribunal condenó a los dos tercios de los imputados básicamente. ¿Quiénes además siguen por fuera de la justicia?
Silvia Perazzo: Gran parte de los que planearon el genocidio huyeron a Europa. Primero huyeron a distintos estados de África: Tanzania, Kenia, Senegal y demás. La mayor parte logró huir a Europa. Faltan algunos responsables: falta la plana media en realidad, lo que sería la mediana burocracia, la medida de administración, los que eran burgomaestres y los que eran prefectos.
Hay decenas de reclamos. Además, de Ruanda se fugó mucha gente también con mecanismos bastante controversiales. Por otro lado, el actual gobierno del presidente Paul Kagame, que se considera terminó el genocidio, hizo juicios sumarios. Condenó a muerte a muchas personas, y hubo los tribunales comunitarios tradicionales de ‘Gacaca’. Pese a tres mecanismos distintos judiciales, quedan muchos culpables por encontrar.
RFI: Las asociaciones de víctimas consideran que hay entre 100 y 300 fugados aquí en Francia. ¿Cómo se pueden haber fugado estos responsables y sobre todo haberse mantenido escondidos en el país 30 años?
Silvia Perazzo: Cuando el Frente Patriótico Ruandés (FPR) de Kagame toma el poder, hay un éxodo masivo de dos millones de personas, de las cuales la mitad huyó al Congo, por miedo a las represalias, por miedo a la posibilidad de un genocidio invertido.
Entre esa población, se colaron muchos responsables para llegar a Europa. Hay una crítica muy fuerte al gobierno francés, porque siempre se dijo que la “operación Turquoise” se hizo para exfiltrar a los genocidas, entre ellos al coronel Théoneste Bagosora, que falleció en el 2021, pero que era uno de los condenados por el tribunal penal internacional.
Hubo cierta responsabilidad del gobierno francés en la huida y de otros gobiernos africanos. En menor medida se cree que están en España. Pero sobre todo en Francia y Bélgica. Les ayuda el idioma y los vínculos estrechos que Francia tenía con el gobierno de Ruanda. Una vez llegados a Europa se cree que cambiaron la identidad y se han como colado en la vida cotidiana francesa. No se descarta cierta connivencia de parte de la burocracia francesa para que puedan seguir viviendo.
RFI: ¿Francia está amparando algunos de estos fugados?
Silvia Perazzo: Ninguna persona puede huir y ocultarse por 30 años si no tiene cierto amparo de algunos niveles de la administración burocrática. No necesariamente de la presidencia actual de Francia.
Sí es verdad que el presidente François Mitterrand tuvo cierta responsabilidad para para el amparo de los genocidas. Después todo se diluye en el tiempo. Francia tiene una responsabilidad innegable. Hay muchas condiciones de víctimas, hay muchas comisiones de investigación. Las asociaciones de derechos humanos han puesto el foco en esto, reconstruyendo hacia atrás no para ver cómo lograron entrar, cuándo, por dónde, con qué documentos.
Francia tiene muchos expertos en Ruanda que han realizado investigaciones muy buenas. Así que si hay voluntad política es probable que siga habiendo gente colaborando con la justicia internacional.
RFI: Desde 2019, la Fiscalía antiterrorista de Francia está encargada de las investigaciones en torno al al genocidio en Ruanda y los individuos que están aquí. Se ha identificado al menos a 35 presuntos responsables y solo se condenado a 6 Francia. ¿París está tomando responsabilidad al procesar a estos individuos?
Silvia Perazzo: Hay un cambio de postura de Francia respecto a toda esta cuestión, desde hace unos 10 años aproximadamente. Macron ha visitado Ruanda no desde el lugar de quién va a defenderse de lo que dicen, sino del lugar de quien reconoce errores.
Si bien como dijo él hace unos años, “no se puede pedir perdón de Estado a Estado” - en mi parecer un giro lingüístico - sí reconoció el papel que tuvo Francia tiene dentro del genocidio. Esto está plasmado en testimonios y en fotos. En el 2020 se evidenció una comunicación mucho más fluida entre Ruanda y Francia. Se encontró a Félicien Kabuga, uno de los grandes responsables del genocidio en un barrio de las afueras de París. Fue uno de los que financiaba la compra de armas y los medios de odio. Cuando hay voluntad política esto se puede hacer.
RFI: El año pasado, 21 ruandeses junto a algunas asociaciones pidieron reparación vía la justicia al Estado francés por su responsabilidad durante el genocidio. ¿De qué se le acusa a Francia por su actuación hace 30 años?
Silvia Perazzo: Hay varias cuestiones. Primero, durante los cuatro años de guerra civil que preceden al genocidio, o sea entre 1990 y 1994, de haber entrenado a las milicias del Movimiento Revolucionario Nacional para el Desarrollo y la Democracia (MRNDD), el partido gubernamental en ese momento del presidente Juvenal Habyarimana. Se le acusa de haber financiado la compra de armas y facilitado logística para poder empezar a hacer las primeras masacres de tutsis.
Después se le acusa de haberle dado un paraguas internacional a Ruanda como para que esto pasara desapercibido y, sobre todo, la estrategia de la desinformación sobre todo en los organismos internacionales y especialmente en Naciones Unidas. Francia subrayó la responsabilidad exclusiva del Frente Patriótico Ruandés (de los tutsis).
En este sentido, amparó a los que después hicieron el genocidio y frenó, por ejemplo, el tratamiento de esta cuestión en forma profunda en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Cuando estalla el genocidio, es responsable de que no se haya mandado refuerzos a la UNAMIR, la misión de Naciones Unidas que se desplegó en Ruanda, aunque es discutible que hubiera podido hacer algo frente a semejante grado de violencia. Estamos hablando de 10.000 personas asesinadas por día, más o menos unas 1.200 personas por hora.
Pese a haber frenado estos intentos, sí realizó operaciones especiales para poder salvar a sus connacionales, dejando y entregando la muerte a muchos tutsis que habían colaborado con la embajada francesa.
Francia también es responsable de haber podido exfiltrar parte del entorno del presidente Habyarimana, como la viuda y algunos de sus hijos, y no haber hecho nada, por ejemplo, por los hijos de la primera ministra que fue asesinada en la madrugada del 7 de abril.
Francia estuvo a cargo de la “operación Turquoise”, que en vez de frenar el genocidio exfiltró genocidas. Más aún, favoreció la matanza de las colinas de la resistencia en Bisesero. Están todas las pruebas que responsabilizan las tropas francesas de haberle dado a los hutus genocidas la ubicación de tutsis que resistían desde hacía meses, escondido en árboles y en hoyos abajo de la tierra. Fueron encontrados por soldados franceses, denunciados al día siguiente y eliminados por los hutus. Las acusaciones son gravísimas.
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Se cumplen 30 años desde que inició el genocidio en Ruanda, en abril de 1994. Más de 800.000 personas de la etnia tutsi y opositores al gobierno fueron masacrados en pocos meses por pedido de las altas esferas del gobierno y del ejército ruandés, apoyados por milicianos y civiles de la etnia hutu. RFI entrevistó a Silvia Perazzo, especialista de África contemporánea y autora de Colonización y descolonización en Ruanda.
RFI: Tras el exterminio se constituyó un Tribunal Penal Internacional para Ruanda. 30 años después, ¿qué logró la justicia internacional?
Silvia Perazzo: Lo que queda ahora del tribunal internacional para Ruanda es un mecanismo residual encargado de encontrar a los responsables que aún no han sido juzgados.
Este fue el primer intento de la comunidad internacional de juzgar crímenes de lesa humanidad que no se hubieran juzgado en el territorio ruandés. En ese sentido es pionero de lo que va a ser la la Corte Penal internacional que, cuando sucedió el genocidio, todavía no existía. Hubo perseguidos que no eran tan responsables y muchos responsables que se liberaron.
Si ves la lista de los que fueron juzgados, que son más de 80, y los que finalmente fueron condenados, fue poco. Quienes lo ejecutaron y lo planificaron eran gente muy joven. En este momento tienen entre 60 y 65 años y ya están casi todos libres. Solo tienes un condenado que ahora está cumpliendo prisión. Es Hassan Ngeze, director del periódico Kangura (que sirvió para propagar el odio hacia los tutsis).
RFI: Este tribunal condenó a los dos tercios de los imputados básicamente. ¿Quiénes además siguen por fuera de la justicia?
Silvia Perazzo: Gran parte de los que planearon el genocidio huyeron a Europa. Primero huyeron a distintos estados de África: Tanzania, Kenia, Senegal y demás. La mayor parte logró huir a Europa. Faltan algunos responsables: falta la plana media en realidad, lo que sería la mediana burocracia, la medida de administración, los que eran burgomaestres y los que eran prefectos.
Hay decenas de reclamos. Además, de Ruanda se fugó mucha gente también con mecanismos bastante controversiales. Por otro lado, el actual gobierno del presidente Paul Kagame, que se considera terminó el genocidio, hizo juicios sumarios. Condenó a muerte a muchas personas, y hubo los tribunales comunitarios tradicionales de ‘Gacaca’. Pese a tres mecanismos distintos judiciales, quedan muchos culpables por encontrar.
RFI: Las asociaciones de víctimas consideran que hay entre 100 y 300 fugados aquí en Francia. ¿Cómo se pueden haber fugado estos responsables y sobre todo haberse mantenido escondidos en el país 30 años?
Silvia Perazzo: Cuando el Frente Patriótico Ruandés (FPR) de Kagame toma el poder, hay un éxodo masivo de dos millones de personas, de las cuales la mitad huyó al Congo, por miedo a las represalias, por miedo a la posibilidad de un genocidio invertido.
Entre esa población, se colaron muchos responsables para llegar a Europa. Hay una crítica muy fuerte al gobierno francés, porque siempre se dijo que la “operación Turquoise” se hizo para exfiltrar a los genocidas, entre ellos al coronel Théoneste Bagosora, que falleció en el 2021, pero que era uno de los condenados por el tribunal penal internacional.
Hubo cierta responsabilidad del gobierno francés en la huida y de otros gobiernos africanos. En menor medida se cree que están en España. Pero sobre todo en Francia y Bélgica. Les ayuda el idioma y los vínculos estrechos que Francia tenía con el gobierno de Ruanda. Una vez llegados a Europa se cree que cambiaron la identidad y se han como colado en la vida cotidiana francesa. No se descarta cierta connivencia de parte de la burocracia francesa para que puedan seguir viviendo.
RFI: ¿Francia está amparando algunos de estos fugados?
Silvia Perazzo: Ninguna persona puede huir y ocultarse por 30 años si no tiene cierto amparo de algunos niveles de la administración burocrática. No necesariamente de la presidencia actual de Francia.
Sí es verdad que el presidente François Mitterrand tuvo cierta responsabilidad para para el amparo de los genocidas. Después todo se diluye en el tiempo. Francia tiene una responsabilidad innegable. Hay muchas condiciones de víctimas, hay muchas comisiones de investigación. Las asociaciones de derechos humanos han puesto el foco en esto, reconstruyendo hacia atrás no para ver cómo lograron entrar, cuándo, por dónde, con qué documentos.
Francia tiene muchos expertos en Ruanda que han realizado investigaciones muy buenas. Así que si hay voluntad política es probable que siga habiendo gente colaborando con la justicia internacional.
RFI: Desde 2019, la Fiscalía antiterrorista de Francia está encargada de las investigaciones en torno al al genocidio en Ruanda y los individuos que están aquí. Se ha identificado al menos a 35 presuntos responsables y solo se condenado a 6 Francia. ¿París está tomando responsabilidad al procesar a estos individuos?
Silvia Perazzo: Hay un cambio de postura de Francia respecto a toda esta cuestión, desde hace unos 10 años aproximadamente. Macron ha visitado Ruanda no desde el lugar de quién va a defenderse de lo que dicen, sino del lugar de quien reconoce errores.
Si bien como dijo él hace unos años, “no se puede pedir perdón de Estado a Estado” - en mi parecer un giro lingüístico - sí reconoció el papel que tuvo Francia tiene dentro del genocidio. Esto está plasmado en testimonios y en fotos. En el 2020 se evidenció una comunicación mucho más fluida entre Ruanda y Francia. Se encontró a Félicien Kabuga, uno de los grandes responsables del genocidio en un barrio de las afueras de París. Fue uno de los que financiaba la compra de armas y los medios de odio. Cuando hay voluntad política esto se puede hacer.
RFI: El año pasado, 21 ruandeses junto a algunas asociaciones pidieron reparación vía la justicia al Estado francés por su responsabilidad durante el genocidio. ¿De qué se le acusa a Francia por su actuación hace 30 años?
Silvia Perazzo: Hay varias cuestiones. Primero, durante los cuatro años de guerra civil que preceden al genocidio, o sea entre 1990 y 1994, de haber entrenado a las milicias del Movimiento Revolucionario Nacional para el Desarrollo y la Democracia (MRNDD), el partido gubernamental en ese momento del presidente Juvenal Habyarimana. Se le acusa de haber financiado la compra de armas y facilitado logística para poder empezar a hacer las primeras masacres de tutsis.
Después se le acusa de haberle dado un paraguas internacional a Ruanda como para que esto pasara desapercibido y, sobre todo, la estrategia de la desinformación sobre todo en los organismos internacionales y especialmente en Naciones Unidas. Francia subrayó la responsabilidad exclusiva del Frente Patriótico Ruandés (de los tutsis).
En este sentido, amparó a los que después hicieron el genocidio y frenó, por ejemplo, el tratamiento de esta cuestión en forma profunda en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Cuando estalla el genocidio, es responsable de que no se haya mandado refuerzos a la UNAMIR, la misión de Naciones Unidas que se desplegó en Ruanda, aunque es discutible que hubiera podido hacer algo frente a semejante grado de violencia. Estamos hablando de 10.000 personas asesinadas por día, más o menos unas 1.200 personas por hora.
Pese a haber frenado estos intentos, sí realizó operaciones especiales para poder salvar a sus connacionales, dejando y entregando la muerte a muchos tutsis que habían colaborado con la embajada francesa.
Francia también es responsable de haber podido exfiltrar parte del entorno del presidente Habyarimana, como la viuda y algunos de sus hijos, y no haber hecho nada, por ejemplo, por los hijos de la primera ministra que fue asesinada en la madrugada del 7 de abril.
Francia estuvo a cargo de la “operación Turquoise”, que en vez de frenar el genocidio exfiltró genocidas. Más aún, favoreció la matanza de las colinas de la resistencia en Bisesero. Están todas las pruebas que responsabilizan las tropas francesas de haberle dado a los hutus genocidas la ubicación de tutsis que resistían desde hacía meses, escondido en árboles y en hoyos abajo de la tierra. Fueron encontrados por soldados franceses, denunciados al día siguiente y eliminados por los hutus. Las acusaciones son gravísimas.
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